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EL FRAUDE (HAY QUE IR AL CINE)

Peter Mark Roget, secretario de la Real Sociedad de Londres, en 1824 publicó un importante trabajo científico con el título de «Persistencia de la visión en lo que afecta a los objetos en movimiento» en el que establecía que el ojo humano retiene las imágenes durante una fracción de segundo después de que el sujeto deja de tenerlas delante. Este descubrimiento estimuló a varios científicos a investigar para demostrar el principio. Concretamente, se descubrió que si 16 imágenes de un movimiento que transcurre en un segundo se hacen pasar sucesivamente también en un segundo, la persistencia de la visión las une y hace que se vean como una sola imagen en movimiento. He aquí el principio físico del cine.
Sería un ilusionista, el francés George Méliès, quien descubriese el potencial que había en el cine para alterar la realidad y hacer los primeros trucos cinematográficos, esto en el año 1896. Además, el señor Méliès fue el primer director de cine que registra la historia, al rodar la primera película en el mundo titulada L’Affaire Dreyfus (El caso Dreyfus, 1899), este film tuvo una duración cercana a los quince minutos.
En 1903, Edwin S. Porter produjo la película «Asalto y robo de un tren»; se recuerda esta película por la genial innovación que creó: el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa. Esta película, con duración de ocho minutos, se exhibía en unos lugares conocidos como “nickelodeones” que serían los precursores de las actuales salas de cine. Que tal.
Estamos, por supuesto, hablando del cine mudo, del cine de Charlot (Charles Chaplin), o bien del cine que en México había empezado con «Riña de hombres en el zócalo» (1897), título con características premonitorias por todo lo que habría de ocurrir en el lugar más representativo de la vida política nacional: el zócalo.
La historia del cine es interminable. No obstante, quiero dejar, para mejor ocasión, la parte más antigua del cine en México y enfocar el tema del mismo, a plantear la importancia, histórica y política de un filme del director Luís Mandoki: «El Fraude».
Esta película-documental narra de manera magistral los pormenores del segundo fraude (tangencialmente, también, el primero, el de Salinas) en las dos décadas más recientes de la vida política del país. Me refiero, claro, a los fraudes que cometieron las fuerzas económicas más poderosas de México utilizando al licenciado Felipe Calderón Hinojosa para tal fin.
La manera perfectamente articulada del film-documental, muestra, paso a paso, como se fue gestando la presidencia apócrifa del licenciado Calderón. Los primeros ataques serían con la participación del “cómico-periodista” Víctor Trujillo (Brozo), al hacer “coincidir” en Televisa tanto a René Bejarano como a su denunciante, el actual senador prianista Federico Doring Casar (convertido, en estos días, en defensor de oficio del capo mayor Manlio Fabio Beltrones, tambien del prian), al mostrar, en cadena nacional, el soborno que le hacía el “empresario” Carlos Ahumada Kurtz. Casi al unísono (dos días antes), se mostraban las apuestas que realizaba, en el hotel Bellagio de las Vegas, el ex secretario de finanzas del gobierno del Distrito Federal, Gustavo Ponce León, cuando Andrés Manuel López Obrador era el gobernante de la ciudad de México. Después, lo del desafuero. Este acto criminal, perpetrado por el señor Vicente Fox, fue desarticulado por la movilización popular. Todo lo anterior durante los meses de marzo a mayo del 2004. Vertiginoso trimestre.
Siendo ya candidato de la Alianza Por el Bien de Todos, López Obrador tuvo que soportar la embestida nacional, e internacional (¿recuerdan a José Ignacio Salafranca, eurodiputado derechista, reportando que no apreciaba “ningún” fraude electoral, siendo enviado como “observador” de la elección?) Jamás reportó a Europa que el padrón electoral estaba en manos de un cuñado del licenciado Calderón, claro, Hildebrando, el hermano de Margarita, aunque a fuerza de ser sinceros, este señor –Salafranca- no aparece en el film de Mandoki.
Después, las pruebas, incontestables, del fraude más cínico del siglo: robo y quema de boletas, alteración de actas, discordancia en las sumas, comprobación de diálogos telefónicos de la “maestra” Elba Esther Gordillo con algunos gobernadores del PRIAN, instruyéndolos durante el día de la elección); el agradecimiento de Pedro Cerisola y Weber (a la sazón Secretario de Comunicaciones y Transportes) al gobernador de Tamaulipas, prianísta, también) por haber materializado el timo electoral; la manipulación y alteración de las actas, cuando ya se suponían guardadas, y así, ad infinitud. La desgracia nacional mexicana.
El día D también está en la película. El día de la toma de posesión del espurio aparece en la pantalla de manera impactante ver la manera en que llegó Calderón a San Lázaro, atestiguar la manera dócil de salirse de la mesa principal del recinto de los diputados de la actual presidenta de la Cámara, Ruth Zavaleta; los golpes que hubo entre los “legisladores”; los botellazos de Violeta Lagunes a un congresista del PRD; la atropelladísima y violenta “toma de posesión”; las tapias metálicas de la policía y el ejercito alrededor del Congreso, en fin, el pandemónium.
Finalmente, la reflexión de López Obrador al ser inquirido por Mandoki acerca de si se comportó o no como Cuahutémoc Cárdenas, de actuar tibiamente, al no mandar a la gente a la violencia. La respuesta queda como un interrogante, como un “dejar a la imaginación y deseo” del escucha, la gravísima responsabilidad para ejercer la no violencia, transitar a la democracia por el camino de la paz.
Como una variante de posdata. Vi, el día que acudí a la sala cinematográfica, a dos miembros prominentes del PAN cuando salían de ver la cinta de Mandoki. Iban pensativos, dubitativos, como si existiese un asomo de remordimiento. Como si su mente fuese una pantalla que pasase 16 imágenes por segundo dando por resultado el movimiento. Movimiento que nada bueno augura a los mexicanos: gasolinazo, más impuestos, desempleo, impunidad, en fin, he aquí el verdadero peligro para México. Ojalá, también, vea la película don Germán Benítez, editor de este periódico. Quizá encuentre la paz interior que le hace falta cuando opina sobre López Obrador.

Alfredo Osorio Santiago

 

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