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K. (Y LA REFORMA JUDICIAL)

Una no es ninguna: K. (y la Reforma Judicial).
Dos es una: la “canasta básica” y los salarios mínimos.
Chisguetes, citas y proverbios.
      ¿Recuerdan la obra de Kafka, “El Proceso”? en los siguientes párrafos evocaremos  algunos fragmentos de dicha obra. Antes, quiero reconocer que quien también la recordó fue el jurista Mariano Albor, en el más reciente número de la revista Proceso. En esta revista el señor Albor alerta, mediante la obra del genio de Praga, acerca de los peligros que nos traerá la legalización de la represión mediante la “Reforma Judicial”, como se tiene calculado.     
¿Qué es lo que hay que recordar de “El Proceso”? Veamos: «Una mañana cualquiera, al despertar, dos misteriosos agentes comunican a Josef  K. su detención. Ha sido acusado de un delito que él ignora, un proceso ya está en marcha, un misterioso tribunal se ocupa del caso, habrá una sentencia… mientras la espera, K. puede seguir trabajando (en un banco). En todo momento prevalece la sensación de que el proceso avanza hacia una terrible condena…» de ésta manera lo resume la escritora Tina de Alarcón. Por tanto, es pertinente, sabiendo la trama, traer a la memoria algunos párrafos de “El Proceso”, a saber, una cita del primer capitulo, una de un capitulo intermedio y, la última (capitulo 10), en la que quiero que ponga el mayor interés, ya que es el motivo de ésta columna.
«Posiblemente alguien había calumniado a Josef K., pues sin que éste hubiera hecho nada malo, fue detenido una mañana. La cocinera de su patrona, la Señora Grubach, que todos los días le llevaba el desayuno a la cama no apareció…
…. ¿Por qué no ha entrado la señora Grubach? –preguntó K.
No puede hacerlo- dijo el mayor de los agentes.
-Pero, ¿cómo puedo estar yo detenido, y para colmo, de esta manera?
-Ya vuelve usted a empezar- dijo el agente hundiendo una tostada con manteca en el tarro de miel-. No responderemos a semejantes preguntas.
-Debieran responder –replicó K.-. Aquí están mis documentos de identidad; enséñeme los suyos y sobre todo la orden de detención…»…

…«No había terminado de hablar, cuando, empinándose sobre la punte de los pies, llamó a un auto y al mismo tiempo que daba una dirección al chofer, empujó a K. dentro del vehículo.
-Vamos rápidamente –dijo a K.- a casa del abogado Huld; es uno de mis antiguos condiscípulos; seguramente lo conoces de nombre. ¿No? Es extraño. Sin embargo tiene una gran reputación como defensor y abogado de pobres. Pero sobre todo es el hombre que me inspira confianza.
Estoy de acuerdo con todo lo que hagas –dijo K.-, a pesar de la prisa y la brusquedad con que su tío trataba el asunto.
Además, no era demasiado divertido para un acusado ir a ver al abogado de oficio.
-No sabía –dijo- que era necesario tomar un abogado en asuntos de esta clase.
-Es muy natural –dijo el tío- ¿Por qué no habría de tomarse? Y ahora, refiéreme todo lo que ha ocurrido, para estar al tanto del proceso»…

«La noche anterior al día en que K. cumplía treinta y un años –más o menos a las nueve de la noche, la hora de tranquilidad en las calles- se presentaron dos señores en la casa de K.,…»…
…«-¿A ustedes los han mandado ha buscarme?- preguntó.
Ellos afirmaron con un movimiento en la cabeza, mientras que con los sombreros en la mano, se señalaban recíprocamente….»…
«Una vez afuera, se tomaron de los brazos de K. con una fuerza tal que éste no recordaba haberse sentido caminar así nunca. Juntaban los hombros con los de K. en todo su largo…»… «-No caminaré más allá- manifestó K. queriendo probar. Los señores no necesitaban responder; sólo se preocupaban de no soltarlo y levantarlo un poco del lugar en que se encontraba; pero K. ofrecía resistencia. “Más adelante no necesitaré mis fuerzas, las usaré todas aquí”, pensó… »
«Muy pronto estuvieron en las afueras de la ciudad que en esa dirección se unía al campo sin transición. Llegaron a una cantera sola y abandonada y...»…«procedieron a intercambiar algunas cortesías con la que cada uno de ellos ofrecía al otro la ocasión de  iniciar la misión encomendada»… «procedieron a tirar a tierra a K., aquella posición era finalmente forzada y absurda… Luego uno de los señores abrió su levita y de una vaina que llevaba colgada a un cinturón sacó un largo y puntiagudo cuchillo de carnicero, de doble filo, lo levantó y lo observó a la claridad de la luna. Entonces volvieron a repetirse las espantosas cortesías. Uno de ellos, pasando la mano por sobre K. pasó al otro el cuchillo quien se lo devolvió con el mismo procedimiento. K. se había dado cuenta de que él tendría que haber agarrado el cuchillo…»… «Como si de repente apareciera una luz, se abrieron de par en par las persianas de una ventana; un hombre -muy enjuto y débil a esa distancia y a esa altura- se inclinó violentamente hacia afuera y extendió sus brazos hacia delante. ¿Quién era? ¿Alguien conocido? ¿Un alma bondadosa? ¿Alguien que participaba de su desgracia? ¿Sería él solamente? ¿Habría más? ¿Quedaba aún un recurso?…¿Dónde estaba el juez que nunca había visto? ¿Dónde estaba el alto tribunal al que nunca había llegado? Levantó las manos y separó sus dedos en forma exagerada.
Pero uno de los señores cogió por la garganta a K. y el otro le clavó el cuchillo a la altura del corazón, repitió dos veces más la operación. Con la mirada de un moribundo observó a los dos señores inclinados muy junto a su rostro, que miraban al fin mejilla contar mejilla.
- ¡Como un perro¡ -dijo, y era como si la vergüenza tuviera que sobrevivirlo.»
Hasta aquí el relato kafkiano.
El “Proceso” palidece ante las prácticas que día con día realizan los miembros de nuestra policía. De una forma u otra hemos sido testigos, o víctimas, de la brutalidad policíaca; desde las trivialidades cuasi gansteriles de golpear, humillar y sobornar a ciudadanos que han cometido algún delito de poca monta, hasta los más escalofriantes crímenes, desapariciones, y torturas que han tomado una connotación relacionada con el narcotráfico y/o políticas.
Al inicio de esta semana fuimos testigos de la desafortunada declaración de la diputada panísta Violeta Lagunes, al celebrar que los policías “buenos” puedan allanar el hogar de cualquier vecino. Su ignorancia supina le permite completar lo siguiente:
“Primero tenemos que aclarar que los policías no van a entrar a las casas así nada más porque sí. Sólo pueden entrar cuando esté en riesgo la vida y la libertad”.
Para completar el cuadro. El, también, diputado (priísta en este caso) Alberto Amador Leal, al principio de la “escaramuza” legaloide sobre el tema, se había pronunciado a favor de la misma. Sin embargo parece que está reculando, tal como lo demuestran sus opiniones que ha escrito en este diario (al menos se anda con más tiento).
Para completar el cuadro. ¿Se habrá dado cuenta de los efectos de su marrullería judicial el “presidente” Calderón al declarar: “A mayor violencia criminal, más mano dura”? se entiende, a la perfección, el mensaje, ya nada subliminal.
Vemos, pues, mal parafraseando el dicho: habemos ciudadanos que sufrimos la ley, en tanto, hay otros que pretenden hacerla. Sin duda, nuestros legisladores prianístas  cumplen satisfactoriamente la frase de Marco Anneo Lucano (escritor latino de principios de nuestra era): «Aléjese de los palacios el que quiera ser justo. La virtud y el poder no se hermanan bien.»

La canasta básica y los salarios mínimos.

      “Confeccionar”, diseñar, o definir, qué es una “canasta básica” tiene su chiste. Para tratar de hacerla se ha tenido que recurrir a científicos de las materias más diversas: nutriólogos, químicos, sociólogos, médicos, economistas, matemáticos estadísticos, etc.
Sin meternos en los recovecos históricos del desarrollo de la “canasta”, es pertinente recordar que de manera oficialista tiene sus orígenes en la década de los setentas; posteriormente, al principio de los 80s (mediante el “Sistema Alimentario Mexicano”, se han venido modificando ligeramente por la sencilla razón de no aparecer como un elemento demagógico al tener el impedimento de lo que denominamos “salario mínimo” (no es lo mismo definir una canasta básica con 32 alimentos que, por ejemplo, 50, es decir, el número de pobres aumentaría en varios millones en las cifras oficiales). Por supuesto, el punto de partida debe ser la definición de enlace de ambos conceptos, a saber: «Los salarios mínimos generales deben ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos…»; «El presupuesto indispensable para la satisfacción de las siguientes necesidades de cada familia, entre otras: las de orden material tales como la habitación, menaje de la casa (muebles equipos de cocina, etc.), alimentación, vestido y transporte; las de carácter social y cultural, tales como la concurrencia a espectáculos, práctica de deportes, asistencia a escuelas de capacitación, bibliotecas y otros centros de la cultura; y las relacionadas con la educación de sus hijos.» Verdad que suena bonito. Lástima que sólo sean letra muerta en las páginas de la constitución. Que contraste con la aclaración que ha hecho, en días pasados, la diputada local priísta Norma Sánchez Valencia, acerca de los hasta 250 mil pesos de aguinaldo que han tenido los diputados estatales. Un verdadero insulto, una burla, una desvergüenza, frente a los dos pesos de aumento a los salarios de los trabajadores más pobres (antes ganaban 50 pesos diarios, ahora van a ganar 52), ¡Esa es la democracia mexicana¡ ¡Esa es la justicia social en Puebla¡ ¡Esos son nuestros diputados prianistas¡ ¡Viva el secretario de trabajo Javier Lozano Alarcón (espero no confundirlo con el que “confundió” el chino Zhen Lee Yegon)¡ ¡Hurra por la política económica del “presidente del empleo”¡ Les importa un pito el 35% de aumento a la canasta básica en ¡sólo un año¡
La situación política ha obligado a tener “canastas básicas” con 32 productos o inclusive 64 (el doble). Los diferentes regímenes prianístas han tenido que manipular esta cantidad de acuerdo a las circunstancias del momento. Empero, siempre, ha sido (el duo canasta básica-salarios mínimos, duo contradictorio) una artimaña o elemento demagógico político, más que un elemento que sirva de estrategia y modelo para el diseño de políticas de justicia social y desarrollo.

 

Chisguetes:

-Con la facilidad de escribir lo que se ha vivido, Ricardo Rocha nos recuerda, en una cuartilla, la carnicería de Acteal, y de paso nos refresca la memoria acerca de la impunidad de Ernesto Zedillo, Emilio Chuayfet Chemor y Julio César Ruiz Ferro, responsables principalísimos de dicho holocausto. Ojalá sean procesados.
-¿Se imagina? Que si ¿ilusoriamente? llegara  a ocupar la presidencia del IFE, Genaro Góngora Pimentel, y permitiera el conteo voto por voto y casilla por casilla (no olvidemos que el resguardo de las boletas electorales cuestan al erario la manutención de 1500 soldados en los 300 distritos electorales, diariamente). O, también, permitiera la aclaración del asunto de los más 285 000 spots que “no encuentran” quien los patrocinó. ¡Ya merito lo van a dejar¡ Antes de dejar el tema, por favor. ¿Qué va a pasar el día que nos digan: ¡Vamos, pues, revisemos voto por voto y casilla por casilla¡ Después de un año de poseer el control de las boletas ¿Confiaríamos en que no se han alterado las actas, los votos, las firmas, los resultados, etc.? ¿Alguien puede garantizar que no se han modificado, o no se pueden modificar? ¿Qué fuerza tendría cualquier argumentación contra el “espurio”? ¿Sería, entonces sí, la legitimación del lic. Calderón? ¿Estaríamos ante la muerte política de los movimientos de izquierda? ¿Con qué cara le gritaríamos “pelele”? Así es que debemos estar alertas y poner más atención en el asunto.

Citas y Proverbios.

      ¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Albert Einstein (1879-1955) Científico estadounidense de origen alemán.
Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales. Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego
El abogado es un hábil caballero que se ocupa de cuidar nuestros bienes de nuestros enemigos para poder quedárselos él. Lord Brougham
La sociedad está dividida en dos grandes clases: la de los que tienen más comida que apetito y la de los que tienen más apetito que comida. Chamfort (1741-1794) Académico francés.
El amor es tan importante como la comida. Pero no alimenta. Gabriel García Márquez (1927-?) Escritor colombiano.

Podemos observar en la república de los perros que todo el Estado disfruta de la paz más absoluta después de una comida abundante, y que surgen entre ellos contiendas civiles tan pronto como un hueso grande viene a caer en poder de algún perro principal, el cual lo reparte con unos pocos, estableciendo una oligarquía, o lo conserva para sí, estableciendo una tiranía. Jonathan Swift (1667-1745) Político y escritor irlandés.

 

Alfredo Osorio Santiago

 

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